Resumen Corto De La Obra El Caballero Carmelo

El Carmelo Un Gallo Maravilloso.

Después de la llegada de mi hermano a la casa, mi madre vibró de alegría,  tras largos años de su partida aparecía, derramó mi madre lágrimas  al ver a su hijo, todos lo rodeamos saltamos de alegría. Era él con su imponente caballo y su pañuelo al cuello estilo “san Pedrano”, trajo muchos regalos contaba: estos pasteles son para mamá, este manjar para Jesús y así para todos había traído regalos pero…. Menos para papá, todos nos pusimos pensativos y preguntamos ¿y para papá?,  ja, ja,ja sonrió y llamó al empleado de la casa tráeme la jaula dijo, y de ella saltó un gallo hermoso que al verse libre agitó las alas y cantó estentóreamente, ¡ cocoroco!…. era el CARMELO: Esbelto, magro, musculoso y austero, de cabeza roja altiva, caballerosa justiciera y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de encendido color, ojos vivos y redondos mirada fiera y perdonadora, acerado pico agudo. La cola hacía un arco de plumas tornasol, su cuerpo de color caramelo,  sus piernas más fuertes que estacas musulmanas parecían la de un caballero  medieval, es en éste gallo hermoso e imponente en que se suscita tamaño relato.

El Caballero Carmelo

Mi padre un trabajador de oficina, nos dió la noticia había aceptado una apuesta para que nuestro CARMELO participara  la jugada de gallos del 28 de julio en el pueblo, frente a otro gallo más joven: EL AJISECO, nuestros corazones se llenaron de nostalgia derramamos lagrimas mi madre dijo ¡que crueldad!, puesto que nuestro gallo ya había envejecido, el AJISECO definitivamente un gallo más joven tenía las de ganar.

Llegó el día indicado en el pueblo de San Andrés, nos encaminamos hacia la “cancha” mi padre se instaló, al frente estaba el juez y la gente vibraba se estaba desarrollando una pelea, posteriormente le tocaba el turno a nuestro gallo. ¡El ajiseco y el Carmelo! Señores, ¡cien soles de apuesta! Un halo de tristeza inundó mi corazón puesto que era una pelea a muerte los dos gallos se miraron de frente,  el ajiseco altivo, miraba al Carmelo con desprecio, agitáronse las alas y acometieron el uno contra el otro después de un momento de intercambio de empellones se separaron ya en el Carmelo había una herida en la pierna, y nuevamente acometiéronse, y una voz imponente,  era la del juez que decía: ¡ah caído el Carmelo señores! La multitud gritaba ¡que viva el ajiseco!, pero nuestro gallo aún no había enterrado el pico, incorporóse miró al ajiseco salió de él,  desde lo más profundo de su ser el coraje de aquellos gallos del valle del Caucato, y como un soldado herido acometió de frente y definitivo contra su rival y con una sola estocada dejo muerto al ajiseco.

El caballero Carmelo

La nostalgia de los últimos momentos inundó nuestros corazones puesto que recibimos al Carmelo herido, nos encaminamos a nuestra casa soplando aguardiente en sus heridas, dos días estuvo sometido a toda clase de cuidados y en el tercer día abrió nerviosamente las alas de oro enseñoreóse y cantó. Retrocedió unos pasos,  inclinó el tornasolado cuello sobre el pecho,  tembló, desplomóse,  estiró sus débiles patitas y mirándonos amorosamente expiró apaciblemente. Todos echamos a llorar definitivamente los días después ya no eran los mismos. Así pasó por el mundo aquel héroe ignorado aquel amigo de nuestra niñez y de la familia: EL CABALLERO CARMELO.

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